La Parada
Un reflejo del Perú
A algunos comerciantes de La Parada no les da la gana de respetar a las autoridades ni la ley. Esa es la verdad. Ellos quieren seguir vendiendo alimentos en pésimas condiciones de salubridad y en un lugar rodeado de delincuencia e informalidad. Porque entre más informalidad, menos impuestos y más plata para sus bolsillos. Y entre menos limpieza y seguridad, menos gastos y más plata para sus bolsillos. Así funcionan las cosas acá, el beneficio de esos pocos que se llevan miles de soles al mes, es mucho más importante que el beneficio de los otros y el de todos los peruanos.
¿No les parece conocida esa situación? ¿Acaso en nuestro Congreso no pasa lo mismo? Siempre estamos representados por la misma mierda de congresistas adictos al poder y dinero sucio. Estos vendrían a ser los comerciantes que están en La Parada. Solo que estos parlamentarios están atrincherados hace años. Ellos saben que si se van podrían mejorar o por lo menos cambiar el aire de nuestra política. Pero no quieren irse, siguen atornillados a sus curules de la cuadra 5 del Jirón Ancash. No quieren dejar la mamadera que los ha nutrido de casas, lujos, empresas y contratos con el Estado. ¡Qué les importa la extrema pobreza de algunos peruanos, la vida es para los pendejos!
La situación de nuestro fútbol también se parece a la de La Parada. La Federación Peruana de Fútbol (F.P.F) tiene dirigentes que tampoco se quieren ir de sus cargos, pese a su demostrada incapacidad e ineptitud para ejercerlos. Manuel Burga es como Ida Ávila: está atrincherado en el sitio que le llena sus bolsillos. A él parece no importarle si sus decisiones pueden afectar a los jugadores, técnicos, dirigentes o a todos la afición peruana. Total, debe pensar que como los peruanos no tenemos memoria, una vez que mame todo, desaparecerá un tiempo y luego disfrutará de una vida de rey. Cuidado Manuelito, así pensaba Montesinos y ya ves como acabó.
Otra institución que estuvo como La Parada fue APDAYC. Un grupo de directivos liderados por su Ida Ávila (Armando Massé) hacían lo que querían con los derechos de autor de los músicos peruanos. Ellos elegían a que amigos favorecer, quiénes iban a cobrar más regalías (aparte de ellos) arreglaban con los supermercados, amenazaban a los que no estaban de acuerdo con sus políticas, entre otras medidas dictatoriales.
Por ahora nos libramos de Massé y toda su pandilla. Estamos a punto de que La Parada desaparezca para siempre y con ella comerciantes de la calaña de Ida Ávila. Las cosas poco a poco están cambiando, o mejor dicho las estamos cambiando. Debe ser por eso que los eternos amantes de las mamaderas públicas están temblando y no quieren políticos como Susana Villarán en instituciones del estado o periodistas como Marco Sifuentes en canales de televisión. Y sobre todo, no quieren que los peruanos dejemos de consumir esa ignorancia que nos venden en los medios, para empezar a cuestionar el por qué algunos tienen mucho y otros casi nada, por qué siempre vemos las mismas caras en nuestra política, la falta de interés en la educación y cultura, quiénes realmente nos gobiernan, etc.
Ya hicimos cambios en dos de los cuatro ejemplos mencionados. ¿Cuál de los otros dos será el siguiente? La respuesta solo la tenemos nosotros.