Dealers
El verdadero peligro de la Marihuana
Era la primera vez que Beto se encontraba sin dealer. Usualmente cada vez que quería comprar ganja, llamaba a su amigo de promoción, Aldo, quién le suministraba gruesos “cops” a un precio bastante generoso. Lamentablemente para Beto, Aldo tuvo que irse por un año a los U.S.A a estudiar una maestría. Así que durante este periodo de tiempo sin su proveedor tendría que arreglárselas por conseguir hierba de buena calidad o cantidad.
Empezó comprándole a los dealers de sus amigos. A veces les compraba cops de 20 o 30 soles de hierba estándar, es decir, marihuana de no tan buena calidad pero que por la cantidad que venía, un aproximado de 5 gramos, lo podía tener contento un par de semanas. Otras veces compraba “la maldi” hierba de excelente calidad, que lo hacía alucinar y caminar más de lo que caminaba regularmente cuando estaba stone. Sin embargo este tipo de ganja solo la podía conseguir por un precio alto, y lo peor, es que la cantidad era muy poca, y dependía mucho del criterio del dealer.
En esas idas y venidas estaba Beto, aún no encontraba el dealer con una oferta que lo satisfaciera totalmente. Realmente extrañaba los pacos de Aldo. Uno de esos le alcanzaba para todo el mes.
Un día, Jason, amigo de Beto desde hace un año, le dijo que había un dealer nuevo, y que este vendía cerca de un centro comercial muy concurrido de San Isidro, coincidentemente muy cerca de la casa Beto. Después de una conversación de 5 minutos por celular, los dos amigos fijaron que en 10 minutos se encontrarían en tal lugar.
Jason llegó con su amiga de la universidad. Esta fue la que le pasó el dato y la que supuestamente sabía quién la movía. Pasaron unos minutos y ninguno de los 3 se atrevía a dar el primer paso. Y es que no es fácil preguntarle a un tío que no conoces o que apenas conoces si te podía vender ganja. Son los peligros que los fumadores de marihuana tenemos que pasar cada vez que queremos conseguir un poco de la planta que la naturaleza nos regala y el hombre obtuso y corrupto nos prohíbe.
Finalmente Beto, cansado de esperar a que la amiga de Jason se atreva a hacer algo, se acercó donde el tío y le preguntó, de frente y sin rodeos si le podía facilitar un poco de hierba. El señor era un cambista o al menos fingía serlo. El rasgo que más sobresalía de su apariencia era su esponjoso afro que lo hacía parecer como uno de los hermanos Jackson.
El tío, al principio, se hizo el sorprendido, pero al sentir la frescura en las palabras de Beto y la expresión relajada de su cara, le contesto que él no vendía, pero si conocía alguien que podía conseguirle grifa. Después de hablar de precios, calidad, cantidad, oferta y promociones, Beto fue donde sus patas que lo estaban esperando, transfirió la información, y entre los 3 decidieron sacar unos 20 soles de ganja estándar.
Luego de una espera y movilizaciones, por fin Beto, Jason y la amiga de este, tenían el paco en sus manos, minutos más tarde en sus cabezas.
Después de una larga y profunda caminata, los tres coincidieron en que la ganja estaba rica. El sabor no estaba tan mal para ser estándar, el efecto les subió bien y se quedó un tiempo masajeando sus sienes. Lo único malo era que como toda estándar, los mandó a dormir una vez que les pasó la alucinada.
Al día siguiente. Beto fue a sacar 20 soles más de hierba, pero esta vez de “la maldi”. Sin embargo ingrata fue su sorpresa al enterarse que al tío se lo habían llevado preso. Lo peor de todo fue cuando un amigo del tío lo reconoció y le empezó hacer preguntas. Al parecer pensaba que Beto le había tirado dedo a su compañero. La cosa siguió empeorando, ya que el amigo del tío, llamó a otros amigos, quiénes también tenían preguntas y querían respuestas coherentes.
Pero como dije anteriormente, Beto tenía una frescura y expresión relajada que poco a poco hizo que los tíos se tranquilicen. Por dentro, Beto se cagaba de miedo, pero no podía darse el lujo de que alguien lo notará, si no podrían dudar de él, e inculparlo de algo que no había hecho y que jamás haría.
Luego de unos minutos, los tíos lo dejaron y se fueron yendo poco a poco. Beto caminó unas cuadras hasta el parque “El Olivar”, prendió su bate y empezó a pensar sobre este nuevo peligro a la hora de comprar ganja a un nuevo dealer. ¿Qué tal si no le hubieran creído? ¿Qué tal si no le creyeron y estaban planeando hacerle algo? ¿Qué pasaría cuando vea al tío de nuevo? Eran tanta preguntas que se hacía mientras caminaba por el parque. Sabía que al final se olvidaría de la situación, hasta quizás le vuelva a comprar al tío. Sin embargo una nueva paranoia se había instalado en su cabeza. ¿Hasta cuándo tendría que pasar por estas peligrosas situaciones? ¿Cuándo será el día en que la venta de marihuana sea legal en Perú?